lunes, 19 de noviembre de 2007

Extirpar la estupidez


El señor K. no consideraba necesario vivir en un país determinado. Decía:

-En cualquier parte puedo morirme de hambre.

Pero un día en que pasaba por una ciudad ocupada por el enemigo del país en que vivía, se topó con un oficial del enemigo, que le obligó a bajar de la acera. Tras hacer lo que se le ordenaba, el señor K. se dio cuenta de que estaba furioso con aquel hombre, y no sólo con aquel hombre, sino que lo estaba mucho más con el país al que pertenecía aquel hombre, hasta el punto que deseaba que un terremoto lo borrase de las superficie de la tierra.

"¿Por qué razón -se preguntó el señor K.- me convertí por un instante en un nacionalista? Porque me topé con un nacionalista. Por eso es preciso extirpar la estupidez, pues vuelve estúpidos a quienes se cruzan con ella."

"Historias del señor Keuner"
Bertold Brecht


lunes, 12 de noviembre de 2007

Suplir la no-resistencia a la tiranía

"Con la resistencia a la no-tiranía se pretende suplir la no-resistencia a la tiranía"[Odo Marquard].
Dictamen, por cierto, que también puede aplicarse a esa parte de nuestra izquierda que se acomoda prudentemente al fascismo batasunero pero no renuncia al heroísmo de imponerse a título póstumo sobre el franquismo.


Fernando Savater en

"La ironía escéptica de Odo Marquard"
(Babelia 10 de Noviembre de 2007)




viernes, 2 de noviembre de 2007

Identidad

por Emilio Lledó

Lo que nos hace seres humanos parece que consiste en hablar, entender, comunicar. La voz en que se expresa esa habla que, en sus orígenes, fue la pura, inmediata, oralidad, y que se perdía en el aire de cada sonido, adquirió, con los siglos y con la escritura, formas más complicadas, más sustanciosas y firmes. La escritura facilitó la memoria e inventó un reflejo de la pervivencia, del impulso hacia el amor y la solidaridad, del deseo de inmortalidad.

Con el invento de las letras, el tiempo se hacía tierra y surco en el que caían las semillas de nuestras palabras y podían, así, fructificar con otros soles distintos de aquel bajo el que se sembraban. Tal vez por ello, se llamó "cultura" a esa siembra que alargaba el instante en lo porvenir, y descubría en el originario, efímero, "sueño de una sombra" la existencia del tiempo y de la historia...

Pero "cultura" se dijo antes Paideia, "educación", creación de un sonido interior que convertía al individuo que habla en un "animal interesante": un ser que podía construirse, mejorarse y, sobre todo, que debía luchar por establecer un mundo ideal donde resonar esos conceptos que dibujan el horizonte de un progreso nada utópico, por mucho que la experiencia de la realidad y sus contradicciones nos golpee y nos desconcierte.

La primera mirada libre sobre el mundo observó la existencia de los elementos que, como el agua, el aire, el fuego y la tierra, construían la naturaleza y permitían su aliento. Con el paso del tiempo, se buscaron también elementos sustentadores de la cultura, que permitiese la siembra y la humanización exclusiva de sus frutos. A esos elementos singulares, metidos en el corazón de la existencia, llamaron "Bien", "Verdad", "Belleza", "Justicia". Sin duda que se necesitaban para vivir, porque se pusieron, como ideas, delante de nuestros ojos y, desde entonces, por mucho olvido que haya caído sobre ellos, siguen vivos y presentes como un añorado y difícil paraíso.

Tal vez la palabra cultura y esos conceptos que la alimentan, a fuerza de utilizarlos, de malversarlos, han ido convirtiéndose en cantos rodados, en monedas sin troquelado, que decía Nietzsche. Precisamente por el exceso de información de que hoy disponemos, podría ocurrir que nos dominase más que nunca la ignorancia, y que hablásemos sin saber qué decimos y escribiésemos sin saber, verdaderamente, qué queremos comunicar.

Habría que pensar si los profesionales del día a día cultural, si los periodistas que han de bregar con la cultura, y a los que se pide que sean independientes, no tendrían que revisar como una moneda sin troquelado, como vacía frase hecha, este venerable concepto de independencia. Porque el periodismo cultural, todo periodismo necesita, hoy más que nunca, un par de ideas claras, sencillas, que nos sirvan para desbrozar la angustiosa, enmarañada, selva de noticias, el continuo chaparrón de informaciones, que nos asfixia.

Esas ideas podríamos, tal vez, encontrarlas dando vueltas al concepto de identidad e independencia. Es claro que la personalidad de quien escriba con la consciencia de que su escritura tiene el deber de educar la inteligencia, la sensibilidad, y la felicidad de sus lectores, no puede caer en la inercia de dejarse arrastrar por el torrente de los intereses, por muy respetables que sean. El periodista tiene que depender de esos conceptos esenciales que sustentan la vida de los seres humanos. Hace tiempo, un famoso semanario alemán publicó un reportaje con el título Malos tiempos para la bondad. Efectivamente, ¿cómo acariciar el ideal del bien y la cultura en un mundo que produce crueldad y muerte? ¿Cómo no rendirse al pesimismo que, solapadamente, inyectan los promotores de la avaricia y la ignorancia?

La educación por la cultura exige una revisión y análisis del viciado tópico de la identidad. Una identidad democrática, una identidad global, como la del maravilloso concepto de "filantropía" -ese amor a todos los seres humanos-, que propusieron los griegos del helenismo, pide una ruptura con lo peor de tantas tradiciones que acaban encerrándose en el huerto del fanatismo y la irracionalidad. El horizonte último de esta reflexión tiene que comprenderse en una sola tesis: hay que amar la vida, toda la vida, y no sólo la nuestra, la de los nuestros. Una empresa difícil, que ha de concretarse en instituciones capaces de expandir esa necesaria forma de nueva identidad.

Fuente: Babelia (El País)

martes, 16 de octubre de 2007

El No-Nacionalismo


El no-nacionalismo no es antinacionalismo. Ni siquiera se define por la negatividad. Es, a su manera, un sentimiento de pertenencia a una comunidad, una manifestación de identidad comunitaria. Más aún, el no-nacionalismo no rechaza necesariamente los hechos nacionalistas. Pero, en contraste con el nacionalismo, el no-nacionalismo pone el énfasis en la dimensión no esencialista de la nacionalidad, concibe la identidad nacional como una identidad cuando menos compleja.


Beckett, el escritor irlandés, dijo en cierta ocasión -en 1939, cuando estalló la II Guerra Mundial y él residía en París- que prefería vivir en una Europa en guerra que en una Irlanda en paz. Joyce, igualmente irlandés y además, a diferencia de Beckett, católico, marchó de Irlanda en 1902 y, salvo por una breve visita en 1912, nunca más regresó a su país (murió en 1941). De los otros grandes escritores irlandeses contemporáneos, Oscar Wilde, Bernard Shaw y W. B. Yeats, sólo éste, Yeats, fue nacionalista y, significativamente, perdió con el tiempo su fe en el nacionalismo, en el Estado libre irlandés y aun en Irlanda como entidad separada de Inglaterra. Kafka y Rilke, ambos nacidos en Praga dentro del Imperio Austro-húngaro, optaron en su momento por la nacionalidad checa: ninguno (Kafka, judío; Rilke, de familia alemana) sintió el nacionalismo checo.

La formulación del sionismo por Theodor Herzl a partir de 1894 dividió profundamente a los judíos europeos. Gershom Scholem, nacido en Berlín en 1897 de familia judía acomodada y asimilada, estudió filología semítica, se interesó en el sionismo, se especializó en el estudio de la tradición mística judía y en 1923 emigró a Israel. Con origen y antecedentes familiares muy parecidos, Walter Benjamin, no obstante su interés por la cultura y la tradición judías de las que procedía, derivó hacia preocupaciones muy distintas: el romanticismo alemán, el barroco, la cultura francesa, el lenguaje, el marxismo, la crítica de la modernidad, y pese a las reiteradas invitaciones de su amigo Scholem, no quiso establecerse en Palestina (lo que le costó la vida: se suicidó en 1940, en Port Bou, después de que las autoridades españolas le denegaran el permiso para cruzar a España en su huida de una Francia ocupada ya por los alemanes). Es un ejemplo revelador: siempre hubo en medios judíos alternativas identitarias al sionismo, que afirmaban la identidad judía, pero que no la cifraban en la creación de un "Estado de los judíos" en Palestina.

El único gran escritor que en el siglo XX saldría de Quebec, Mordecai Richler (1931-2001), anglo-canadiense y judío, fue un crítico feroz del nacionalismo quebequés, para él, expresión tardía del catolicismo ultramontano y antisemita definidor de la comunidad franco-canadiense de aquel Estado. Bram Fischer, el principal abogado defensor de Mandela en el proceso que condenó a éste en 1964 a cadena perpetua, era blanco, afrikáner (de hecho, pertenecía a una de las grandes familias del país) y dirigente del Partido Comunista Surafricano y, como tal, enemigo del nacionalismo blanco y del régimen de apartheid impuesto por éste en 1948 (encarcelado en 1966 y condenado también a cadena perpetua, Fischer fue liberado en diciembre de 1974, enfermo ya del cáncer del que moriría pocos meses después).

Los ejemplos son suficientes. Añadamos, por si acaso, los anglo-escoceses, los vasco-españoles y, por tomar de prestado el título de un conocido libro, los otros catalanes, los catalanes no nacionalistas. El hecho es palmario. El no-nacionalismo es una realidad social y política de extraordinaria significación. La atención preferente que, por muchas y comprensibles razones, se ha prestado al análisis del nacionalismo, ha descuidado su estudio. Es un error capital. En sociedades fuertemente nacionalistas como las mencionadas (Irlanda, Israel, Quebec, Suráfrica, País Vasco, Cataluña, Escocia), el no-nacionalismo constituye un hecho paralelo al propio nacionalismo y, en muchos casos, de no menor enjundia y complejidad que éste.

El no-nacionalismo no es antinacionalismo. Ni siquiera se define por la negatividad. Es, a su manera, un sentimiento de pertenencia a una comunidad, un modo de instalarse en ésta, una manifestación incluso de identidad comunitaria. Más aún, el no-nacionalismo no rechaza necesariamente los hechos nacionalistas. Las más de las veces asume incluso los sentimientos de pertenencia e identidad que alientan en aquéllos. Pero, en contraste con el nacionalismo, el no-nacionalismo pone el énfasis en la dimensión no esencialista de la nacionalidad, concibe la identidad nacional como una identidad cuando menos compleja y definida no por unos determinados elementos distintivos (lengua, religión, etnicidad...), sino forjada en todo caso por la interacción de muchos factores en la historia, y en interdependencia con otras culturas, otras lenguas y otras comunidades. Entiende así que naciones, nacionalidades y sociedades nacionalistas podrán o no poseer características culturales, e historia, distintas y específicas; pero subraya que cultura e historia nacionales, nacionalidad e identidad son conceptos y realidades complejas, evolutivas y múltiples.

El no-nacionalismo es, ante todo, un hecho sociológico (que puede o no tener dimensión política y plasmarse además, si así sucede, en ideologías diferentes: liberales, comunistas, autoritarias...). Existe por una simple razón: porque los hombres no necesitan politizar su identidad (o su etnicidad) ni para explicarse su dimensión social ni para instalarse en su propia circunstancia. El hombre, en otras palabras, no es necesariamente nacionalista: no vive su identidad, como hace el nacionalismo, como una emoción irracional, exclusivista y mitificada. Vive, desde luego, instalado en una determinada sociedad y, por lo general, identificado con ella y con buena parte de sus tradiciones y de su pasado: su nación es la circunstancia que mejor conoce.

Vasco-españoles, anglo-quebequeses, anglo-irlandeses, liberales surafricanos, anglo-escoceses, los otros catalanes, los judíos no sionistas, por volver a los ejemplos anteriores, se reconocen de esa forma en la historia y en la realidad comunitaria de sus respectivas regiones y nacionalidades. Comparten con el nacionalismo el sentimiento de pertenencia a las mismas. No comparten, en cambio, los mitos -históricos, lingüísticos, etnosimbólicos- del nacionalismo, la patrimonialización por éste de la identidad común, la pasión nacionalista: discrepan o en torno a la idea de nacionalidad o en la forma como el nacionalismo interpreta y define ésta. En suma, el nacionalismo enfatiza, como valores políticos, los derechos colectivos, la construcción nacional, la etnicidad (o el particularismo cultural), la afirmación y defensa de la nación y la nacionalidad como entidades homogéneas, propias y distintas; el no-nacionalismo afirma, por el contrario, los derechos individuales y ciudadanos, las libertades civiles, los valores cívicos (no étnicos), la ausencia de coerción nacional o nacionalista, la afirmación y defensa de la sociedad como una sociedad abierta, plural y libre.

Nacionalismo y no-nacionalismo son, en efecto, manifestaciones distintas de la identidad, la vida colectiva y la política de esas regiones y nacionalidades: de Euskadi, Quebec, Escocia, Cataluña, Córcega... Por eso, Joyce y Beckett, Unamuno y Baroja, Mordecai Richler, Rilke, Bram Fischer, Benjamin o Kafka fueron no-nacionalistas. Es bien cierto que el nacionalismo ha sido en la historia causa de violencias y masacres, y que negar su realidad ha sido igualmente el detonante de numerosos y a veces insolubles problemas y conflictos. Hobsbawn dijo, así, en 1989 de los nacionalismos occidentales (como los citados) que eran nacionalismos divisivos, por tratarse de nacionalismos que aparecían en Estados ya plenamente desarrollados y largamente consolidados como Gran Bretaña, Canadá, Francia o España. Desde mi perspectiva, resulta aún más importante que las mismas nacionalidades y regiones nacionalistas sean sociedades plurales. Eso explica que el nacionalismo haya sido en ellas, y sea, factor de división política y de polarización interna.

Precisamente, el error del nacionalismo es justamente ése: no reconocer que, en sociedades y regiones nacionalistas, el no-nacionalismo es también una realidad social y política ampliamente representativa. Por razones evidentes y de fácil comprensión: porque las regiones y nacionalidades occidentales no son ya pueblos o comunidades étnicas homogéneas, sino sociedades complejas; la etnicidad es en ellas, en el mejor de los casos, un valioso sustrato histórico y cultural. Más aún, la vertebración definitiva de ese tipo de comunidades requiere necesariamente algún tipo de equilibrio -político e identitario- entre nacionalismo y no-nacionalismo.

EL PAÍS, 16 de diciembre de 2003
Juan Pablo Fusi, Catedrático de Historia de la Complutense.

lunes, 15 de octubre de 2007

Transformar la Diferencia en Oposición

“Lo identitario o el identitarismo invita, como el nacionalismo o como el comunitarismo, a desconocer la universalidad de los derechos y a cultivar diferencias exclusivas, a transformar la diferencia en oposición”

Jacques Derrida
en Papel Máquina


(Es demoledor que alguien como Derrida no pueda ignorar la afrenta que supone el nacionalismo a "la universalidad de los derechos". Precisamente Derrida, campeón del "Pensamiento de la Diferencia"...tendría que hacer pensar a muchos.)

lunes, 8 de octubre de 2007

Los Trabajadores No Tienen Patria

"Los trabajadores no tienen patria"

Karl Marx

martes, 2 de octubre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DEL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1714

Cómo se construye una gran mentira.


El 11 de septiembre de cada año se celebra la Diada, la fiesta de Cataluña desde que el Parlamento de Cataluña la declaró Fiesta de la Comunidad en 1980. Con ella se recuerda la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas al mando del Duque de Berwick durante la Guerra de Sucesión española en 1714.

Pero ya antes, a finales del siglo XIX, esta fecha era conmemorada por el incipiente nacionalismo político catalán, que le daba una lectura que se alejaba de la realidad histórica, y en su lugar la utilizaba para justificar su nuevo proyecto político. Así, de lo histórico pasaron a lo místico, y de la realidad a la ficción: llegan a realizar una ofrenda floral conmemorativa al conseller en cap Rafael Casanova, presentándolo como mártir, cuando en realidad había muerto veintinueve años más tarde (en 1743) en su domicilio, tras recibir el perdón real. Esta manipulación del hecho histórico como coartada política se ha prolongado hasta nuestros días, convirtiéndose en una descarnada mentira histórica al servicio de la “construcción nacional”.

El nacionalismo trajo la desgracia a Europa alentando el fascismo y el nazismo de la primera mitad del siglo XX y hoy, cuando en Europa es rechazado de forma contundente, nuevamente se configura en nuestro país como una herramienta demagógica de enfrentamiento entre personas y territorios al servicio de los nacionalismos de nuestro tiempo.

Ciudadanos no acepta esa mentira.

Por ello en Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía no celebramos la Diada del 11 de septiembre, puesto que no queremos ayudar, con nuestra participación, a perpetuar una mentira histórica que además sea un referente simbólico común a todos los catalanes. La manipulación que han llevado a cabo los independentistas del significado histórico del 11 de septiembre de 1714 convierte la conmemoración de este día en la diada nacionalista de Cataluña y no en lo que debería ser: la fiesta cívica de todos los ciudadanos catalanes.

No aceptamos que la manipulación nacionalista del pasado sea jaleada y apoyada por una ciudadanía democrática y libre.

No al silencio: pasemos a la acción.

La mayoría de los catalanes no se siente identificada con esa celebración nacionalista y decide libremente celebrarlo a su manera. Es un día festivo, ideal para disfrutar de la familia y de los últimos días del verano. Sin embargo, en Ciudadanos creemos que la pasividad silenciosa de buena parte de la sociedad catalana da alas a las ambiciones y manipulaciones nacionalistas. Su mentira no puede convertirse en verdad por el mero hecho de que sea repetida como un mantra irrefutable por sus iluminados habituales, abrigados al amparo de la indiferencia o incluso el hastío que provoca en la ciudadanía esta celebración.

Digámoslo en voz alta: las reiteradas querellas del pasado sólo sirven a quienes las utilizan como coartada para reclamar beneficios políticos en el presente, desviando la atención de los problemas reales de los ciudadanos. Para los nacionalistas, la historia sirve únicamente como instrumento político de adoctrinamiento y manipulación.

Decía Pío Baroja que la historia es siempre una fantasía sin base científica y que cuando se pretende levantar sobre ella un tinglado y sobre éste una consecuencia, se corre el peligro de que un dato cambie y se venga abajo toda la armazón histórica. En Ciudadanos queremos, con algunos apuntes sobre los acontecimientos de la Guerra de Sucesión y sobre el 11 de septiembre de 1714, ayudar a desmontar y refutar las mentiras históricas sobre las que se sustenta argumentalmente el independentismo catalán.


11 de septiembre de 1714: ¿sabías que…?

1) El 11 de septiembre se conmemora la rendición de la ciudad de Barcelona en 1714, tras la declaración de guerra de las Cortes Catalanas el 10 de julio del mismo año al no reconocer éstas el Tratado de Utrecht que ponía fin a la Guerra de Sucesión Española. La guerra no fue de secesión, como los nacionalistas venden, sino de sucesión. En dicho Tratado el pretendiente a la Corona Española, el Archiduque Carlos de Habsburgo renuncia al trono, reconociendo la soberanía de Felipe D'Anjou, contra el que se la disputó en la llamada Guerra de Sucesión Española, tras la muerte sin descendencia del Rey de España Carlos II. Es decir, fue una guerra civil entre partidarios de dos pretendientes a suceder en la corona de España al rey muerto sin descendencia.

2) Madrid, Alcalá y Toledo lucharon en el mismo bando que Barcelona. La Guerra de Sucesión española, al contrario de lo que argumentan los nacionalistas, no supuso el enfrentamiento entre Cataluña- Austria y España (o Castilla) - Francia. Ciudades y comarcas pertenecientes al antiguo reino de Aragón como Castellón, Alicante, Calatayud o Tarazona, así como el valle de Arán, y ciudades del interior de Cataluña como Vic y Cervera, fueron partidarias de Felipe V, el rey Borbón. Y lugares como Madrid, Alcalá o Toledo se declararon fieles al aspirante austriaco, el archiduque Carlos. El enfrentamiento entre territorios españoles de 1714 es otra falsedad esgrimida por el nacionalismo para negar el carácter de guerra civil que tuvo aquella sucesión al trono. En realidad ésta fue una contienda internacional en la que se dirimía la hegemonía entre las diferentes potencias europeas.

3) Los catalanes no perdieron sus libertades civiles, sino que los poderosos perdieron sus privilegios exclusivos. Las Cortes Catalanas, lejos de tener las características de una democracia, tal y como la entendemos ahora, representaban a los tres estamentos (clero, nobleza y burguesía urbana) a los que, dentro del patrón feudal del Antiguo Régimen, el Rey les había concedido tal privilegio, relegando totalmente a la inmensa mayoría de la población. Del Rey emanaban todas las instituciones.

4) La facción en Cataluña favorable al pretendiente Carlos no partió de una rebelión espontánea ni popular. En realidad, expresaba los intereses políticos de la clase dirigente barcelonesa que quería potenciar su presencia comercial en América, de tal forma que sus privilegios forales no estaban en juego, ya que el pretendiente Borbón en ningún momento los cuestionó.

5) El Rey Borbón reinó sin oposición interna entre 1700 y 1705 hasta el punto que en 1701 había celebrado Cortes en Barcelona, donde no sólo confirmó los fueros, sino que recibió numerosas donaciones.

6) Los seguidores de Carlos de Habsburgo en Cataluña defendían la unidad de España. Trataban de imponer su candidato al conjunto de todo el país, apelando a la libertad de toda España, recelosos de la influencia francesa; lejos, pues, de cualquier aspiración secesionista o desmembradora. Los soldados que fueron derrotados el 11 de septiembre de 1714 frente a las tropas de Felipe V estaban mandados por el general Antonio de Villarroel, que en su última arenga les recordó: “estáis luchando por nosotros y por toda la nación española”.

7) El denominado decreto de Nueva Planta, llamada en realidad Cédula Real de Nueva Planta de la Real Audiencia del Principado de Cataluña, organizaba las instituciones judiciales en Cataluña, respetando las Constituciones y prácticas previas, estableciendo que los letrados fuesen expertos en legislación y lengua catalana. Fijaba el castellano meramente como lengua jurídica y eliminaba los privilegios por nacimiento en un territorio determinado.

8) El final de la guerra supuso el final de tres siglos de decadencia de Cataluña y el inicio de su resurgimiento económico. El siglo XVIII, lejos de ser un periodo de declive en Cataluña, resultó ser una etapa de particular esplendor y auge demográfico, agrícola, comercial e industrial, que más que fundamentarse en el comercio internacional, centrado en productos agrícolas, se benefició del proteccionismo de la Corona.

9) Rafael Casanova no fue un mártir. El día del asalto final de las tropas borbónicas, Casanova estaba durmiendo y, avisado, se presentó en la muralla con el estandarte de Santa Eulalia para dar ánimos a los defensores. Herido de poca gravedad por una bala en el muslo. Casanova fue trasladado al colegio de la Merced, donde se le practicó una primera cura. Tras caer la ciudad en manos de las fuerzas borbónicas, quemó los archivos, se hizo pasar por muerto, y delegó la rendición en otro consejero. Huyó de la ciudad disfrazado de fraile y se escondió en una finca de su hijo en Sant Boi de Llobregat. En 1719 fue amnistiado y volvió a ejercer como abogado sin ningún problema hasta retirarse en 1737. Murió en Sant Boi de Llobregat en 1743. Un verdadero “héroe”.

FUENTES: John Lynch: “La España del siglo XVIII”. Ed.Crítica. Pere Anguera: "El 11 de septiembre. Orígenes y consolidación de la Diada". Revista “Los días de España”, núm. 51, 2003. Núria Sales: “Els segles de la decadència: segles XVI-XVIII”. Edicions 62. "Nueva planta de la Real Audiencia del Principado de Cataluña establecida por su Majestad por Decreto de 16/09/1716", imprenta de Joseph Teixidó.

Fuente:

http://www.ciutadans-ciudadanos.net/news.php?id_pagina=19&id_post=3642

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Se es nacionalista contra los demás













El nacionalismo es una ideología que levanta fronteras, excluye al otro y menosprecia lo ajeno. Se es nacionalista contra los demás.

Mario Vargas Llosa

viernes, 7 de septiembre de 2007

No se contenta con recomendar el amor de la nación





“A causa de esta fragilidad esencial, de esta “crisis” del Estado-Nación, el nacionalismo es una crispación reactiva y, bajo su exterioridad agresiva, atemorizada. No se contenta con recomendar el amor de la nación (cosa normal, legítima y en todo caso irreprimible), inspira una meta hegemónica y querría someterlo todo al imperativo nacional o como se dice, y dado que el nacionalismo se vincula siempre con el Estado-nación, soberanista.”

Jacques Derrida
en Papel Máquina

lunes, 27 de agosto de 2007

Se es nacionalista contra los demás.

El nacionalismo es una ideología que levanta fronteras, excluye al otro y menosprecia lo ajeno. Se es nacionalista contra los demás.

Mario Vargas Llosa

jueves, 31 de mayo de 2007

La limpieza étnica de los señoritos

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

El País, 14 / 9 / 1993

Con motivo de la muerte del ex alcalde franquista de Barcelona José María de Porcioles, las principales autoridades democráticas de la ciudad y de Cataluña asistieron a los funerales en una iglesia del Opus Dei, como era natural, dado que en la persona de José María de Porcioles se daban las características del franquismo ex catalanista que hizo del Opus Dei la nueva fuerza defensiva y modernizadora del régimen legitimado por la victoria en la sublevación militar de julio de 1936. De hecho, la modernización de España, es decir, su evolución como país neocapitalista homologado, la inició el Opus Dei y algún día le será reconocido por alguno de los actuales dirigentes demócratas y al más alto nivel. El protocolo es el protocolo y como un acto protocolario hubiera quedado la complicidad de las autoridades democráticas catalanas en un acto religioso, de no haber hablado el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, glosando la catalanidad posibilista de Porcioles y situándola por encima de otros catalanistas que, compartan o no sus idearios, tienen un claro pasado de luchadores antifranquistas, es decir, antifascistas. No creo que el señor Maragall se pasara, como han precisado algunos de sus antagonistas políticos, sino que cada vez es más coherente con una etnia social que finalmente asume su identidad y pasa a una cierta operación de limpieza étnica de las culturas resistenciales. Respetar a Porcioles en el momento de morir me parece positivo, puesto que no fue un matarife del franquismo, y yo me he negado estos días a dar mi opinión sobre el personaje para no violar ese código, no escrito y tan español, de dejar en paz a los muertos. Otra cosa es revalorizarlo, poniendo, no ya en entredicho, sino, implícitamente, negando la acción de los resistentes democráticos que hicieron de su oposición al porciolismo plataforma de negación del franquismo que representaba y denuncia de las manos casi secretas sobre la ciudad. Es decir, si Porcioles ha sido tan positivo para Barcelona y la catalanidad, que caiga el peso de la sanción histórica más condenatoria sobre los que le cuestionaron y le crearon dificultades para ultimar su preclaro proyecto. Reivindiquemos a Porcioles, que ya le llegará el turno a Franco.

Se está fraguando en España una nueva etnia mal llamada por algunos beautiful people, en un exceso de barbarismo modernizador, porque nuestra cultura ya tiene una palabra acuñada hace más de ua siglo para llamarla. Son los señoritos y no me refiero a los señoritos ociosos, rentistas y latifundistas o hijos de papá del pasado, sino a los que tratan de asumir el papel de una élite de sabios gestionadores, déspotas ilustrados que cada vez soportan menos los lastres ideologizadores que en su día, incluso, pudieron asumir. La dialéctica de la situación les pudo desvincular de sus intereses y conexiones naturales de etnia, como elementos descontentos de la clase media que creyeron compartir los intereses de las clases oprimidas. Algunos incluso cayeron en el extremismo, enfermedad adolescente, y se adaptaron al riesgo de confundir sus aspiraciones individualistas de actuación romántica y moralidad utópica, con objetivos revolucionarios extremos. De nuevo, la dialéctica de la situación serviría para explicar cómo han vuelto poco a poco a casa, y en la situación de crisis, no ya de las ideologías, sino de las alternativas, han hecho del pragmatismo y del elitismo técnico su divisa. De hecho, Maragall ha asumido la Gran Barcelona, el proyecto de Porcioles, no porque coincida exactamente con su ideal urbanístico original, sino por mandato genético: el estamento social es origen y fin y se ha hecho una Barcelona tal como la había pretendido la burguesía novecentista, cómplice en el fusilamiento de Ferrer Guardia y en parte mecenas del golpe franquista; burguesía que estuvo en condiciones de, pragmáticamente, negarse a publicar a tiempo un artículo de Joan Maragall en el que pedía perdón para el presunto inspirador de una de las tendencias culturales dominantes en la clase obrera catalana de su tiempo.

Y para no centrar el fenómeno de la limpieza étnica en el caso Pasqual Maragall, frecuentemente, en estas páginas de opinión, sociólogos que prefieren los movimientos sociales como naturalezas muertas de las que poder sacar conclusiones estadísticas se han expresado en contra de todo atisbo de cultura cuestionadora de la inevitabilidad de la situación, y han arremetido cpntra el único movimiento social realmente existente, los sindicatos, porque es el principal obstáculo para conseguir la limpieza étnica perseguida por los nuevos señoritos. Es lógico que a la cabeza de esta filosofía figuren señoritos neoliberales confesos y confusos, que exigen a las izquierdas que se pongan de rodillas y pidan perdón por haberles creado problemas de conciencia cuando ellos eran simplemente resistentes pusilánimes bajo palabra de honor. Es lógico que el señor Aznar ahora se vanaglorie de no haber sido nunca, nunca, un joven de izquierdas, porque... ya se ha visto. Al lado de estos ejemplares étnicos más coherentes, aparecen terribles ex revolucionarios de octubre de 1917 o de mes de mayo que a veces prolongaron su exilio étnico hasta junio. Puede sorprender que el fundamental palo de este pajar sea el propio presidente del Gobierno, que es un desorientado étnico converso, convenientemente asistido por proveedores de ideología de la Moncloa, que proceden, casi sin excepciones, de aquellas capas medias que generaron algunos vástagos transitoriamente desafectos, pero que están ya en el correcto camino de modernizar el sistema y garantizar la hegemonia de la etnia.

El lenguaje puede acudir en su ayuda y refugiarlos en el confuso magma de la sociedad emergente, económica, cultural, política, socialmente hegemónica, en condiciones de crear muy graves condiciones de desidentificación y desorientación histórica a los objetiva o subjetivamente no emergentes, que irán en aumento, así en el Norte como en el Sur. En la marcha de ese rodillo desidentificador y desorientador sólo se opone en estas latitudes del sub-Norte un obstáculo serio, el movimiento sindical, y es lógico que reciba un tratamiento especial de hostigamiento antes de poder emitir el último parte, que como todos los últímos partes, empezaría por el "cautivo y desarmado...". Siempre cautivo y desarmado, porque a lo que se va es a fijar unas relaciones de dominación modernizadas y a un desarme de finalidad del antagonista social que sería absoluto, ideal, es decir, perfecto, si ese antagonista perdiera toda idea de finalidad diferenciada de la etnia dominante, como sólo es perfecto aquel crimen que no se sabe si ha sido cometido.

La operación puede ser fina o burda y lamento que Pasqual Maragall no haya estado a la altura de los sociólogos oficiosos al reivindicar una parte de la peor memoria de Barcelona y Cataluña, la del colaboracionismo con quienes negaban el derecho a la identidad de todo lo vencido en la guerra civil, y sólo pedían limosnas al dictador y piedad para la Cataluña equivocada. Alguien dijo que la guerra civil la ganaron, finalmente, el Rey y la democracia. No. La han ganado los señoritos.


martes, 29 de mayo de 2007

La Censura de la Casa Tomada

Durante 30 años a Fernando Savater jamás le fue rechazado un sólo artículo en el diario El País. Hasta el pasado 7 de mayo, en el que el que un día fue diario progresista, rechazó el siguiente texto.

Casa Tomada

Como no soy jurista -y cada vez entiendo menos el guirigay de quienes lo son-, no puedo decir nada relevante sobre la sentencia del Tribunal Supremo que parte salomónicamente por la mitad a ANV, éstos sí, aquellos no, pasemisí, pasemisá. Lo único claro es que el brazo político de ETA (que adopta nombres distintos pero practica siempre la misma obediencia) va a estar ampliamente presente en las elecciones y luego en las instituciones vascas, salvo una poco probable ilegalización penal en el último momento. Y también resulta indudable que la Ley de Partidos habría autorizado otras salidas legales para impedir real y totalmente esa presencia. ¿Que no había plazo para una impugnación de ANV? Si usted lo dice, le creeré, pero resulta raro que se nos haya echado el tiempo encima cuando la estrategia de ETA se conoce desde hace meses: primero un partido en clara continuidad con Batasuna como señuelo, luego reactivar la cáscara vacía de otro partido "dormido" en la legalidad y dotarlo milagrosamente de militantes, medios, etcétera, de modo que permita el avance travestido de los de siempre. "Larvatus prodeo", que diría Descartes. ¿Que ANV rechaza desde 1930 el recurso a la violencia? Parece que a estas alturas y mediando un reciente atentado con víctimas habría que exigir un deslinde del terrorismo etarra más explícito a quienes tan a las claras provienen de él: si no le entendí mal, se lo oí decir al propio Fernández Bermejo en una entrevista con Iñaki Gabilondo en Cuatro.

¿Ah, pero es que lo realmente infumable es la Ley de Partidos! Ahora se oye por todas partes: en el País Vasco lo dicen desde el consejero Azkarraga, ese espejo de juristas, hasta el rejuvenecido Alfonso Sastre, cuyas ideas políticas siempre han sido un poco peores que sus obras de teatro, háganse una idea. Pongo la radio y en la tertulia escucho a un mequetrefe que compara esa ley aprobada por amplia mayoría parlamentaria con las dictadas por Franco: es que prohíbe cosas y nuestro héroe es partidario caiga quien caiga (él no caerá, descuiden) del prohibido prohibir. Supongo que de genialidades como ésta le viene el descrédito a Mayo del 68.

Acudiendo a fuentes más serias, me deja perplejo leer en un editorial de El País (7-5-07) que «es una ley excepcional y de muy problemática aplicación, en la medida en que es limitativa de derechos». Hombre, muchas leyes limitan derechos pero siempre los de quienes los utilizan para lesionar o impedir el ejercicio de los de otros. Como explica a continuación el propio editorial, es el caso de quienes impiden la libre competencia democrática apoyando la eliminación física o la intimidación permanente de sus adversarios políticos. La Ley de Partidos defiende el ejercicio de los derechos políticos de todos, menos de los que quieren simultanear política y crimen para ganar a dos bandas. ¿Y «excepcional»? ¿Por qué es excepcional, si no fue dictada por decreto del Ejecutivo sino aprobada en la sede legislativa adecuada? Claro que siempre contó con la oposición de los nacionalistas de toda laya y desde luego hoy mantener una ley que contraríe a los nacionalistas es algo realmente excepcional ¿Ha sido recurrida en el Tribunal de Estrasburgo! Bueno, no sabemos si prosperará el recurso, pero existe algún precedente orientativo. Por ejemplo, cuando se ilegalizó el Partido de la Prosperidad turco -al que pertenecía entonces el islamista Gül y que contaba con seis millones de votos- por apoyar la violencia separatista y atentar contra la laicidad de Estado, el Tribunal de Estrasburgo ratificó tal medida dictaminando que «la democracia representa un valor fundamental en el orden público europeo pero si se demuestra que los responsables de un partido político incitan a la violencia o mediante mecanismos ilegítimos buscan la destrucción de la propia democracia su disolución puede considerarse justificada» (citado por R. Navarro Valls, "Las dos almas de Turquía", El Mundo, 3-5-07).

Puede ser que la culpa de todo la tenga, en última instancia, el obstruccionismo del PP a la buena voluntad pacificadora gubernamental. Es lo que parece dar a entender, entre otros miles, John Carlin en su artículo "Es la hora de gobernar juntos" (El País, 6-5-07). Compara la oposición inicial de Ian Paisley a sentarse junto a Sinn Feinn, sus actuales socios de gobierno, con declaraciones semejantes de Mariano Rajoy o María San Gil respecto al reconocimiento de Batasuna. Entre otras diferencias que sería obvio señalar (los dos extremos irlandeses en colisión tenían mutuos lazos con grupos violentos, mientras que en España el brote de terrorismo antiterrorista no vino precisamente de los populares), omite Carlin que la intransigencia de Paisley no ha cesado porque sí, sino porque IRA ha entregado las armas y Sinn Feinn ha reconocido finalmente la policía y la magistratura norirlandesas. Puede que el feroz clérigo haya cambiado, pero sólo cuando también han cambiado las circunstancias, tras una suspensión del Parlamento autonómico y una renovada actitud de firmeza del siempre oportunista Blair. Muchas cosas pueden objetarse a la política del PP, sin duda, pero ahora que la valiosa y valerosa María San Gil se ha visto apartada momentáneamente de la política por enfermedad, conviene recordar en su honor y en el de su partido que cualquier concejal del PP en el País Vasco ha hecho más por la defensa de las libertades constitucionales de ustedes y mías que todos los intelectuales abajofirmantes que luchan contra la derechización del mundo desde sus cómodos negocios artísticos o académicos.

Aunque duela decirlo y dejando a un lado la pureza de las intenciones iniciales, ejem, lo indudable ya es que el Gobierno de Zapatero ha fracasado en toda regla en el supuesto "proceso de paz". Una ETA acorralada, políticamente cortocircuitada y que podía haber sido eliminada en año y medio de haber seguido la política conjunta PP-PSOE de finales del Ejecutivo anterior (según afirma la Policía francesa) se encuentra hoy revitalizada, rearmada y dispuesta a actuar en cualquier momento. Batasuna no ha cambiado ni un ápice sus planteamientos políticos, ha pasado de fuerza marginal y casi mendicante a interlocutor político privilegiado, además de volver como fuerza electoral y recuperar probablemente sus posiciones perdidas en muchos municipios claves para su financiación y reafirmación estratégica. Ha aumentado la presencia radical en los medios de comunicación vascos, sigue la coacción sobre los ciudadanos disidentes y desde luego la extorsión a empresarios y profesionales, contra la que por lo visto nada puede hacerse (¿se imaginan lo que sería saber que cientos de empresas, comercios, restaurantes, profesionales están pagando mensualmente cantidades importantes a Al-Qaida pero que nada puede intentarse penalmente contra ellos porque bastante sufren ya los pobrecillos?). De Juana Chaos se pasea tranquilo por el mundo y dentro de poco tendrá problemas de sobrepeso, por lo que habrá que mandarle a su domicilio para que haga régimen. Y para colmo todo el mundo asume como inevitable que ETA volverá matar. Digo yo que en cuanto acabemos de desvelar las patrañas y mentiras de la supuesta "conspiración" del 11-M, habrá que empezar con las del "proceso de paz". Denunciar a quienes dijeron que no había negociaciones políticas (lean, lean los documentos incautados al "comando Donosti"), a los que aseguraban sin enrojecer que Aznar hizo lo mismo, a los que sacaban la foto de las Azores cada vez que se les señalaba la de Patxi López con Otegi, a los que nos contaron las virtudes humanitarias y los efectos salvadores del tratamiento penal a De Juana, por no mencionar a quienes aseguraban que había "indicios borrosos" de la voluntad de ETA de dejar próximamente las armas Cuatro podría hacer otro buen reportaje, muy objetivo, sobre este tema y hasta le sugiero un título, más triste pero no menos verdadero que el del anterior: "La victoria de los embusteros".

Uno de los mejores cuentos de fantasmas que conozco es "Casa tomada", de Julio Cortázar. En él, una pareja de hermanos mayores y solteros vive en la casa de sus antepasados. Poco a poco, deben ir cerrando habitaciones y bloqueando puertas de las estancias 'tomadas' por entidades que no se precisan pero se presienten hasta que finalmente tienen que abandonar su hogar invadido por el Mal. En el País Vasco, muchos de quienes hemos luchado contra el expansionismo del nacionalismo obligatorio estamos en la misma tesitura. ETA y adláteres ocupan las localidades pequeñas, luego las medianas, luego barrios de las grandes y espacios públicos comunes: nosotros vamos cerrando puertas y retrocediendo. Cada vez con menos apoyos y más críticas de quienes se impacientan por nuestras quejas. Los socialistas vascos por ejemplo nos tienen por "miserables", cuando no por extremistas de derechas (con el PSE pasa lo que con la Ertzaintza, aunque peor: en sus filas hay gente decente y combativa, pero con los mandos actuales no hay manera). Y aún eso es preferible a los que nos muestran su 'solidaridad humana' por las amenazas que sufrimos, para acto seguido criticar la Ley de Partidos o recomendar el diálogo como solución de nuestros males. No, que quede claro: no queremos solidaridad "humana" sino política. La "humana" que se la guarden los simpáticos donde mejor les encaje

Y habrá que irse, claro. Ya no podemos hacer más. Ustedes, nuestros conciudadanos, tienen la palabra. Si refrendan electoralmente lo que hasta ahora se viene haciendo, sólo nos queda salir a la intemperie y buscar refugio donde sea. «Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada".

Fernando Savater

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20070519/articulos_opi_viz/casa-tomada_20070519.html

lunes, 14 de mayo de 2007

Presentación del libro: "Del fraude histórico del PSC al síndrome de Catalunya" de Antonio Robles


El periodista Arcadi Espada argumentó
que “no existe el nacionalismo democrático”. En su opinión, este concepto es un “oxímoron”, o sea una contradicción. “El nacionalismo está basado en una idea simple: yo llegué antes que tú y, por tanto, tengo más derechos que tú”, señaló.

El principal problema de Cataluña
En su intervención pública, Espada declaró que Del fraude histórico del PSC al síndrome de Catalunya -una recopilación de artículos en prensa del secretario general de Ciutadans, muchos de ellos publicados en Libertad Digital- no es una “crónica catalana”, sino una “crónica española”. Además, aseguró que “el principal problema de Cataluña es que España no ha considerado como propio el 90 % de las denuncias que hace Robles en su libro”.

Una parte de la sociedad catalana, “enferma”
Por otro lado, Espada aseveró que el nacimiento de Ciutadans, partido de víctimas del nacionalismo catalán, “iluminó un sector de la sociedad catalana que estaba en penumbra”. No dudó en afirmar que una parte de la citada sociedad catalana está “enferma”, en clara alusión a los ciudadanos cuyas ideas se identifican con el nacionalismo catalán.

Fraude histórico del PSC, “conocido”
Asimismo, Espada dijo que el fraude histórico del PSC es “conocido” y es “un signo de identidad de Cataluña”. Respecto al síndrome de Cataluña -segunda parte del título del libro que presentaba-, indicó que la Comunidad Autónoma “está secuestrada por los cantos de sirena del establishment catalán”.

¿Participa en la modernización de España?
José García Domínguez, economista y colaborador de Libertad Digital, continuó la ofensiva de Espada al hacer hincapié en que “el actual catalanismo difiere del catalanismo germinal del XIX en que aquel movimiento participaba de la idea de una modernización de España, mientras que el actual es una psicología de la decadencia actual”.

Agredidos por “tener una cultura española”
El autor también tomó la palabra. “Es intolerable que haya una población en Cataluña a la que se ha agredido en sus sentimientos porque tienen una cultura española”, afirmó Robles. Y fundamentó su tesis en una anécdota de una afiliada de Ciutadans que teniendo un libro de Miguel Hernández en la mano fue increpada por un profesor por leer a un “fascista español”.

Temidos por el PSC
Para terminar, Robles aseguró que el PSC “teme” a Ciutadans, con tres diputados en el Parlamento catalán. “Saben que su sistema se está resquebrajando, por está hecho de barro”, concluyó sin hacer ninguna alusión a las elecciones del próximo 27 de mayo ni a las perspectivas de su partido.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Todas las Naciones son risibles



Cada nación se burla de las otras y todas tienen razón.

Arthur Schopenhauer
(1788- 1860)

lunes, 7 de mayo de 2007

Hegemonizar y reducir a lo nacional

“A causa de esta fragilidad esencial, de esta “crisis” del Estado-Nación, el nacionalismo es una crispación reactiva y, bajo su exterioridad agresiva, atemorizada. No se contenta con recomendar el amor de la nación (cosa normal, legítima y en todo caso irreprimible), inspira una meta hegemónica y querría someterlo todo al imperativo nacional o como se dice, y dado que el nacionalismo se vincula siempre con el Estado-nación, soberanista.”

Jacques Derrida
"Papel Máquina"